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Hace unas semanas podíamos desayunar con un reportaje, publicado en El País por Juan G. Bedoya, donde bajo el título de «Reforma de la eternidad» podíamos leer que el papa Benedicto XVI había proclamado públicamente que el purgatorio no es un lugar físico, sino un estado.
Ser la hija de André Weil, matemático genial y fundador del grupo Bourbaki, es sin duda interesante; pero ser la sobrina de Simone Weil, igualmente genial y a la que algunos tuvieron por santa, ¡eso ya es todo un destino!
Es inevitable. Cada vez que tiembla destructivo un terremoto, arrasa un tsunami o, simplemente, ocurre una desgracia llamativa, saltan los comentarios: ¿dónde está Dios, qué hace, por qué calla o no lo impide?