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Como simple lector, tengo serios problemas para distinguir entre la literatura alemana y la literatura escrita en alemán.
La aceleración del tiempo se ha convertido en un tópico de nuestra cultura, pues afecta no sólo al tiempo histórico sino a las vidas individuales. Cuando se hablaba, hace ya unos años que ahora parecen muy lejanos —un efecto de esa aceleración—, del final de la historia se pensaba en el advenimiento de una época en la que los acontecimientos históricos dejarían el paso a la extensión de un sistema económico y social, cuyo ritmo uniformemente acelerado y sin embargo estable haría posible por primera vez la homogeneidad de los horizontes históricos.
Según un dicho popular inglés, podemos pasarnos algún día sin beber y varios días sin comer, pero no podemos pasar ni un día sin justificarnos. Así que en la medida en que la justificación envuelve alguna suerte de argumentación, no podemos pasar ni un día sin argumentar.