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El pasado mes de agosto asistimos al estallido en distintas ciudades inglesas de unos disturbios, cuya virulencia e intensidad nos desveló, como un fogonazo, las fricciones sociales que presentimos tras esos gráficos aserrados que traducen los avatares financieros a una especie de mapa de isobaras de los mercados y que vemos todos los días en las noticias como decorado gráfico de los ascensos y descensos de las bolsas.
Søren Kierkegaard era un teólogo y podía haberse convertido en pastor de la Iglesia luterana de Dinamarca, pero nunca se postuló para un cargo pastoral y, por lo tanto, tampoco fue ordenado. No obstante, se dedicó con esmero a la actividad central de un pastor, que es la predicación.