pestaña Editorial Trotta

EDITORIAL TROTTA

Su compra

0 artículos

(0,00 €)
ver compra


El poder de la religión en la esfera pública

Lo obvio es generalmente lo menos entendido, y la religión cae dentro de esta categoría. Hay religión incluso en sociedades que se autodefinen como seculares. Pero ¿qué es la religión y por qué perdura sin perder su vitalidad?

por Eduardo Mendieta

Lo obvio es generalmente lo menos entendido, y la religión cae dentro de esta categoría. Hay religión incluso en sociedades que se autodefinen como seculares. Pero ¿qué es la religión y por qué perdura sin perder su vitalidad? Lo sorprendente de la religión es la forma en que continúa siendo un punto de referencia a tiempos pasados y, sin embargo, es a la vez algo sumamente moderno. Ni es un atavismo, ni es simplemente contemporánea: subsiste precisamente por sus asincronías. La religión es tan moderna como las últimas tecnologías cibernéticas y de manipulación social. Se podría decir que las sociedades modernas llegaron a ser lo que son por medio y en contra de las religiones que las definieron, y que la modernidad, ese estado de autorreflexión social, ha desatado nuevas fuerzas que revitalizan la religión. Por esta razón todo teórico y filósofo se acerca a ella no ya con timidez, sino también con la pretensión de destacar su relevancia. No terminamos de ofrecer definiciones de la religión precisamente porque esta es índice del carácter inacabado del ser humano y de la novedad de las formas en que nos relacionamos. Mientras haya nuevas posibilidades de relacionarnos como seres humanos, inventaremos nuevas religiones. La religión es como el espejo donde nos vemos reflejados,  no como individuos, sino como miembros de relaciones, las cuales no pueden ser abarcadas por ninguna visión teórica o filosófica. Nos vemos, en la religión, desde una perspectiva que no es garantizada por las perspectivas racionales que nos permiten explicar nuestro mundo. En este sentido, la religión es un suplemento superfluo para la explicación racional del mundo, siendo al mismo tiempo una prueba de la exuberancia conceptual del ser humano. Como criaturas inacabadas, seremos siempre seres “utópicos” y “anacrónicos” —sin un lugar ni un tiempo fijos— y, por lo tanto, necesitaremos siempre eso que la religión ofrece: una visión omnicomprensiva de cómo nos encontramos en redes de relaciones cada vez nuevas.

 

El poder de la religión en la esfera pública aborda algunas de estas cuestiones, desde perspectivas teóricas muy diferentes e incluso incompatibles. Pero esto no empobrece el libro sino que, al contrario, lo hace provocador y versátil. Este fue precisamente uno de los criterios en la selección de los textos que lo componen, pues no se buscaba el consenso sino un disenso productivo. Otro de los criterios consistió en que los colaboradores fueran algunas de las voces más originales del pensamiento y de mayor alcance público. Naturalmente, los autores ya habían contribuido anteriormente a la elucidación de la pregunta sobre la vitalidad de la religión. Personalmente, como uno de los editores y uno de los organizadores del encuentro que dio origen a este libro, yo ya mantenía relaciones profesionales y de amistad con la mayoría de ellos. Hace ya más de una década que edité un libro con el título The Good Citizen (El buen ciudadano) en el que colaboraron Judith Butler y Cornel West. Hace también casi una década que edité, precisamente en Editorial Trotta, un libro con escritos sobre la religión de Jürgen Habermas: Israel o Atenas: Ensayos sobre religión, teología y racionalidad (2001). En cuanto a Taylor, a pesar de que conozco bien su trabajo, no había tenido anteriormente ni la oportunidad ni el honor de tratarle personalmente y de colaborar con él. Sin embargo, en el otoño de 2009 se presentó una excelente ocasión para organizar un evento al que poder invitar a los cuatro. Fue cuando Habermas finalmente aceptó mi invitación a ser “profesor visitante distinguido” en mi universidad, Stony Brook University. El profesor Habermas pasaría así cerca de tres meses en el área metropolitana de Nueva York. Durante su visita organizamos un seminario sobre la “teología política”, haciendo énfasis en el pensamiento de Schmitt, Strauss, Metz y Rawls —de hecho el apéndice al presente libro es una entrevista con Habermas donde discutimos sobre este seminario—. A la vez, Habermas dio un par de ponencias que han sido publicadas después. Aprovechando su estancia en Nueva York, busqué la colaboración de mis colegas Jonathan VanAntwerpen y Craig Calhoun para codirigir un encuentro de alcance global. Como se dará cuenta el lector, no tuvimos motivo para sentirnos decepcionados. Al contrario, la calidad de las contribuciones no solo nos sorprendió por su frescura teórica sino también por su legibilidad, transparencia y relevancia contemporánea. Vemos aquí a pensadores de gran altura y asistimos a la madurez vital de sus poderes de creación y síntesis. Pero quizá lo más distintivo de este libro es que surgió de un encuentro público, ante un aforo de más de mil personas que siguieron atentamente las intervenciones y los debates durante casi cinco horas.

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y facilitar la navegación. Si continúa navegando consideramos que acepta su uso.

aceptar más información